sábado, 13 de noviembre de 2010

Comienza la andadura divina de Berlanga.

Se despidió dignamente. Sin película, sin poder casi hablar, pero rodeado de su familia en un reportaje de un magazine que verá la luz mañana. Sólo se puede acabar con dignidad, cuando se ha vivido con ella. Y, a pesar de obedecer a la utopía del anarquismo(es una apreciación personal, porque yo creo que esa teoría no es más que dejar un vacío legal para ocuparlo con líderes de fuerte carácter que imponen su voluntad igualmente)era un ser involucrado en la consecución de las libertades, de los derechos humanos, de la paz mundial.
Fue el primer cineasta en dejar un legado secreto depositado en un banco, que será abierto cuando se cumpla el centenario de su nacimiento.
Sus películas "La escopeta nacional" o "Bienvenido Mr. Marshall" han sido iconos de una época. Pero también referencia obligada en cualquier acto que tenga que ver con este arte. En el caso de la segunda, rodada en el año 1953, su director nos muestra la situación de precariedad que se vivía en España ante la llegada de los americanos a un pueblo de nuestra geografía. Dicen que la censura se la autorizó por los retazos de xenofobia que contenía. No es muy sorpredente. Los censores españoles de la época carecían de conocimientos, cultura o... llámesele como quiera, para no ser engañados, sobre todo, cuando hablamos de un genio como el Sr. Berlanga.
Ahora ha iniciado la etapa divina. Esa que puede ser calificada así, bien porque ya esta vida es demasiado humana y apetece al cambio, o, porque lo mejor está por llegar. Sea como fuere, se va la cabeza pensante, pero se queda su arte, su persona, su legado... y, su última campaña en favor de Médicos sin Fronteras.
El titular de su última entrevista es "el dolor me jode, pero morirme me jode más"...
Pues a estas alturas, ya está bien jodido, pero seguro que... satisfecho.

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