sábado, 28 de agosto de 2010

Hoy propongo un juego...

Has pensado alguna vez lo divertido que sería tener poderes. No, no lo pregunto, lo afirmo. O, tal vez, no es "divertido" la palabra exacta. Quizás debamos sustituírla por "fabuloso", "maravilloso" o cualquier otro sinónimo de estas dos.
Por ejemplo, a quién no le gustaría volar. Contemplar la tierra desde las alturas, acercarse un poco más a la Luna, compartir vuelo con los pájaros... Pero seguro que esto traería consecuencias negativas para la humanidad. Con nuestro egoísmo, comenzaríamos a organizar campeonatos para ver quién alcanzaba más altura. Nuestros pulmones sufrirían transformaciones, los pájaros perderían su libertad, y, las compañías aéreas se reducirían un montón. Más paro.
Y, leer el pensamiento. Pues, tener este poder, te condenaría a vivir en un contínuo calvario de sensaciones contradictorias. Porque podrías adorar a una persona y a los pocos segundos duplicar la cantidad de ese sentimiento en odio. Nos encontraríamos perseguidos por los cerebros de nuestros congéneres, y, nos volveríamos locos.
Teletransportarse es para muchos un poder ideal. Porque puedes estar en dos mundos diferentes en corto espacio de tiempo. Pero aunque tú te pudieses trasladar, todo lo demás seguiría estando allí,quedándose en cada una de tus marchas. Y, la impotencia de no poder cambiar aquello que te disgustó te haría tremendamente infeliz.
Ser invisible, cambiar objetos de lugar, se inmortal... todos causarían un gran problema en una sociedad cada vez más desmembrada, más insolidaria... pero perfectamente mejorable. Así que, pongamos en funcionamiento ese poder que todos llevamos dentro, y tratemos de arreglar algo.
Seguro que si nos aplicamos, descubriremos que el poder de la humanidad no es un juego... Es una misteriosa realidad.

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