jueves, 26 de noviembre de 2009

fantasía


No sé si es posible vivir sin aderezar la propia existencia con unas gotas de fantasía. O, tal vez, no se mide en gotas. Gramos, cucharaditas, o pequeñas dosis, que, como todo lo bueno, debe estar presente en su justa medida. Cada uno debe aplicarla a la faceta de su vida que considere oportuna.Por mi parte, yo aliño con ella la niña que llevo dentro. Ya que en mi sector de adulto no tiene cabida, y, en el de madre está en su justa medida. Pero cuando paso a ser la niña que disfruta encarnando a otros personajes en el teatro, o la que juega con otros niños de verdad, o la que sueña lo que todavía puede llegar a adquirir del futuro, entonces ahí está. Vestida de colores, brillante, juguetona, saltarina, y hace que un reto como llevar a un modesto escenario, con un numeroso y exigente público(en su mayoría infantil) una obra teatral con muy poco presupuesto y escasos candidatos a cubrir las plazas de actores/actrices, problemas de iluminación, y algunos de sonido, sea una tarea emocionante. Así es, un día os contaré lo divertido de esta labor. Aunque no dejo de ser una aficionada, ya soy una amateur con más de ocho años de experiencia. Hago un poquito de directora(no me gusta demasiado mandar y prefiero el trabajo de equipo), otro poquito de decoradora, planifico también el vestuario(siempre con ayuda de alguna experta en costura)y trato de que todo esté a punto: la música, la megafonía, etc. Procuro meterme en la piel del personaje que interpreto y lo hago mío. Eso es el teatro. Fantasía y devoción. Disciplina y emoción.

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