domingo, 18 de julio de 2010

El silencio

La mayoría de las veces es necesario guardar silencio para ser escuchados. Pero es difícil no rendirse al encanto de las palabras. Aquel acertijo de "La vida es bella", decía: "Si pronuncias mi nombre, desaparezco". Y yo pienso que, la misma que escribe ha pronunciado en tantas ocasiones la palabra en cuestión, que ignoro cómo todavía ostenta la categoría de adivinanza.
Claro que también soy adicta al silencio cuando lo estimo oportuno. Entonces, transformo las palabras a punto de salir en pensamientos hechos de conjeturas sobre alguien o algo. O es que nadie ha probado sentarse en una cafetería y observar a su alrededor. Te haces dueña por un tiempo de familias, historias de amor y desamor, sonrisas sinceras o gestos dudosos...
Ya lo decía Píndaro: "Muchas veces lo que se calla hace más impresión que lo que se dice". O Pitágoras, que escribía: "Escucha, serás sabio, el comienzo de la sabiduría es el silencio".
Yo mantengo que un buen silencio vale más que una mala disputa. Pero, no podría prescindir de la maravillosa actitud de hablar. Sobre todo si lo que deseo expresar son sentimientos maravillosos.

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